“La TV desde los ojos de los niños”, por Patricia Salinas
¿Por qué si consideran que los realities no merecen una buena nota, quisieran ser participantes de estos programas cuando sean grandes?
Publicado en Caretas
Definitivamente, los niños son mucho más críticos que los adultos. Eso quedó demostrado con los resultados de un estudio sobre el consumo televisivo y radial en niños, realizado hace algunas semanas por encargo del Consejo Consultivo de Radio y Televisión (CONCORTV) en el que, entre otras cosas, se le pide poner nota a distintos tipos de programa que hay actualmente en pantalla. Por supuesto, no hay ningún 20, ni 18, ni siquiera 16 (a excepción de algunas películas que llegan a 16.9, pero son eso, películas y no producción nacional).
Mientras que algunos adultos (sobre todo muchos de los que trabajan en los canales que emiten determinados programas) todavía defienden lo indefendible, los chicos saben perfectamente que las telenovelas, los realities de competencia e incluso las series y miniseries, no merecen más de 13 o 14 de nota. Y por supuesto, los programas de chismes están jalados con un 10.5, lo que resulta realmente esperanzador, porque estamos hablando de un público al que no le interesa la vida privada de otras personas.
Solo programas de dibujos animados, deportes, noticieros y concursos de canto o baile llegan a obtener un 15. Sin embargo, resulta un tanto contradictorio que a la pregunta ¿qué quieren ser de grandes? La primera cifra arroja que el 52.8% de niños y niñas de 7 a 11 años les gustaría ser como el personaje que más admiran en la televisión, y este está representado principalmente por concursantes de realities de competencias, series y dibujos animados, lo cual apenas salió el estudio, preocupó a muchos.
En realidad, en cualquier época, los chicos quieren parecerse a los personajes más populares de la televisión. En algún momento todos querían ser súper héroes, en otro a todos se les dio por el baile porque soñaban con ser Gólmodis o Dalinas y vivir en un mundo glúfico (hasta ahora hay quienes siguen soñando lo mismo y hasta lo intentan).
Lo que hubiera sido interesante es que respondan ¿por qué? Quizás también tienen una respuesta mucho más lógica de lo que muchos imaginan: un concursante de reality solo tiene que preocuparse por ir al gimnasio y estar en buena forma física para ganar las pruebas de esfuerzo. No importa si no tiene la menor idea de quién compuso el Himno Nacional o quién es el héroe que murió en el Morro de Arica, porque eso solo significa un baldazo de agua en la cabeza (según Federico Salazar las respuestas equivocadas son a propósito, para burlarse entre ellos), pero igual se asegurarían un sueldazo de miles de dólares, al margen claro de la fama y todo lo que ella conlleva.
No es tan raro que alguien piense: “para qué me voy a pasar cinco o seis años en la Universidad, si un título no me garantiza un buen trabajo. Más fácil (y más barato) es un gimnasio”. Yo no me dudaría de la lucidez de los encuestados (9,148 niños niñas y adolescentes de 18 ciudades del Perú), porque es una cuestión práctica, nada más, de lo contrario, si encontraran algún valor de verdad en ser guerrero o combatiente, le pondrían 20 a esos programas. Y ya vimos que no es así.
Finalmente, un 34% de los encuestados cree que los realities de competencia ofrecen un lenguaje grosero, mientras que el 73% opina que la violencia es el insumo más frecuente de los noticieros. No hay de qué preocuparse. La tienen clarísima.