Televisión digital: crucial decisión que exige un debate amplio, técnico y transparente
(Editorial de El Comercio).- La más reciente mesa redonda de El Comercio ha puesto sobre el tapete un tema particularmente delicado, por sus repercusiones en la vida de los millones de ciudadanos, usuarios y consumidores de contenidos televisivos.
Se trata de elegir el sistema estándar digital, que reemplazará definitivamente a la obsoleta televisión análoga, para lo cual el Ministerio de Transportes ha creado una comisión multisectorial. Y hasta ahora, lo más llamativo e inusual en este proceso han sido las varias prórrogas del plazo. Tanta dilación solo tendría sentido si sirve para replantear los objetivos, con mayor información y acceso a la misma por parte de las empresas televisivas y del público .
Por lo pronto, lo que se sabe es que debemos decidir entre el sistema estándar estadounidense (ATSC, usado en México y Canadá), el europeo (DVB-T, adoptado por la Unión Europea y recientemente por Colombia y Uruguay), el japonés (ISDB-T, usado en Japón y Brasil) y últimamente se ha anunciado que se incluiría también el sistema chino DTMB.
Lo que el público quiere saber, con todo derecho, es cómo se afectará su capacidad de recepción de señal abierta, si la elección del nuevo sistema digital implica el uso de decodificadores y cuánto le costará adaptarse al nuevo sistema. Tales y otras interrogantes adquieren dimensiones mayores para los operadores de televisión, que tendrían que evaluar el costo-beneficio del recambio tecnológico y la manera como se afectaría su modelo de negocio.
Asimismo, como lo señaló uno de los ponentes en la mesa redonda, la comisión multisectorial debe entender que su decisión es solo parte de un todo, pues finalmente lo que está en juego es el cambio del modelo de televisión del país, que incluye asignación de frecuencias y el redimensionamiento de la televisión pública.
Ya se están haciendo demostraciones públicas de los sistemas en algunas plazas de provincias, pero no se tiene aún una evaluación técnica y consolidada sobre estos certámenes, que debían también hacerse en Lima, con más explicaciones al público, mayor transparencia y más participación de todos los involucrados.