Por una participación política de las mujeres en igualdad y libre de acoso
Imagen referencial. |
Por Tatiana Acurio
ACS CALANDRIA
“Una regidora provincial denunció el caso de maltrato físico por parte del alcalde, durante un acto formalmente convocado por la municipalidad. Sumado a las agresiones físicas, hubo agresiones verbales de carácter sexual. La agraviada denunció y el resultado del examen médico legal estableció diez días de descanso médico”1
“Los regidores se oponen, hacen quedar mal, se consideran mejores que las mujeres. Los trabajadores nos dicen que tiene que venir el alcalde para lo que hacemos. Ha costado trabajar en conjunto. La población nos dice que no tenemos capacidad las mujeres” (Regidora distrital)
Estos dos casos nos muestran lo que muchas mujeres, que deciden ingresar al campo de la política y asumir la responsabilidad de gobernar sus comunidades, ámbitos locales o regionales, han tenido que afrontar a lo largo de sus gestiones.
El acoso político por parte de sus pares varones -cuya intención es descalificarlas y evitar que ejerzan su rol fiscalizador o que sus propuestas prosperen en la gestión- toma diferentes formas, desde expresiones humillantes, o acusaciones sin fundamento, hasta el uso de la violencia física o sexual contra las autoridades o sus familias.
Así, el poder masculino se impone empleando una vez más el uso de la violencia, para desconocer y obstaculizar el avance de las mujeres, así como neutralizar sus liderazgos en el campo político. No estamos frente a un fenómeno nuevo, sino a una expresión más de la violencia contra las mujeres basada en su condición de género.
De otro lado, a pesar de los avances importantes en materia normativa e institucional con que contamos en el país (fruto de procesos de incidencia y movilización del movimiento feminista y de mujeres), como por ejemplo, la adopción de las cuotas en la composición de las listas electorales, las mujeres siguen estando sub representadas en las instancias gubernamentales.
Recordemos que cuando se aplicó por primera vez la “Ley de cuotas”, algunas organizaciones políticas encontraron formas de “cumplir” con el requisito, sin que las mujeres tuvieran ninguna posibilidad de ser electas pues las ubicaron en los últimos puestos o -peor aún- muchas listas no cumplieron con la norma. Lamentablemente, esta ha sido una constante en diversos procesos electorales.
Estos comportamientos anti democráticos e injustos de vulneración sistemática de los derechos políticos de las mujeres son dos caras de una misma moneda, seguimos arrastrando concepciones, prácticas y actitudes machistas y discriminadoras, que refuerzan estereotipos de género y restringen el papel de las mujeres al espacio doméstico familiar, desconociendo todo el avance y aporte de las organizaciones y redes de mujeres, así como el destacado papel de muchas lideresas sociales y políticas que han contribuido y siguen contribuyendo al desarrollo del país.
A puertas de celebrar el día internacional de la mujer, y teniendo como marco el debate de la Reforma Electoral, las mujeres esperamos que puedan aprobarse dos normas que ayudarían sustancialmente a revertir la problemática descrita, como son la iniciativa de Ley contra el acoso político hacia las mujeres, presentada por la RENAMA el año 2012 y la iniciativa que propone la alternancia en la composición de las listas electorales, que tiene como antecedentes diversos proyectos de ley, uno de ellos el presentado por el JNE, el año 2011 . Ambas iniciativas han sido producto del aporte de las organizaciones feministas y de mujeres, que siguen luchando desde diversos frentes para lograr la paridad.
La democracia -además de ser un sistema político- es una forma de convivencia social, que precisa de la adopción de normas y políticas públicas favorables a la igualdad y no discriminación, así como de la revisión crítica de nuestra cultura política y prácticas cotidianas, por lo que, debatir sobre este tipo de proyectos de ley debe invitarnos también a reflexionar sobre nuestras concepciones y convicciones, para sumar a la igualdad formal, la igualdad real.
[1] Fuente: Informe del estudio sobre el Acoso Político hacia las mujeres en el Perú, Tammy Quintanilla. CMP Flora Tristán. ACS Calandria. Diakonía, 2012.