Javier Darío Restrepo: “El sensacionalismo llega hasta donde comienza el periodismo inteligente”
Tras la sensible partida del periodista colombiano Javier Darío Restrepo, experto en ética periodística y maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, recordamos algunas de sus reflexiones brindadas en una entrevista para CONCORTV en el 2013:
“El sensacionalismo llega hasta donde comienza el periodismo inteligente. Quiero decir que hay un periodismo de inferior calidad que se limita a dar respuesta a los sentidos de la vista y del oído. Muestra y deja oír, por tanto sirve a las sensaciones, por eso se llama sensacionalista y sólo tiene en cuenta una parte del ser humano: sus sentidos. Este periodismo está atento a satisfacer la curiosidad y el morbo de las personas, se desvive por entretenerlas y es tan efímero como cualquier sensación que desaparece y es olvidada en el momento en que llega otra sensación.
El otro periodismo es el que dignifica la profesión, sirve a la parte más noble del ser humano, y aporta a la vida de la sociedad. Porque estimula la inteligencia y la imaginación y al ofrecer un acceso a la realidad total les da un fundamento firme a las decisiones y, por tanto, al ejercicio de la libertad. Esta clase de información estimula la participación y hace del receptor un sujeto de la historia diaria. Es el periodismo que impulsa cambios en la vida de la sociedad, y hace mejores a las personas y a la sociedad. Por eso permanece e influye.
El primero vende periódicos, eleva las cifras de sintonía, pero es prescindible. Se hace para empresas capaces de negociarlo todo pero que no van más allá de eso: solo son negocios que permanecen mientras haya ganancia y luego desaparecen en busca de otros negocios. Para este periodismo la libertad de expresión vale y se invoca si permite la libertad de empresa y el florecimiento de los negocios. La libertad solo tiene esa dimensión.
El otro es el periodismo que el estudiante de periodismo sueña, que las facultades de periodismo querrían promover y que los profesionales ejercen con orgullo. Pero es difícil, exige consagración, da la satisfacción de que contribuye a hacer mejor la vida de la sociedad, pero no siempre es buen negocio. Se lo ejerce cuando el periodismo se mira como un servicio público, dirigido a lo más noble del ser humano que son su inteligencia y su voluntad y al objetivo más ambicioso que es la de cambiar algo todos los días”.
Sobre la relación entre educación y medios de comunicación:
“Más que disposición legal, es un mandato ético que los medios de comunicación tengan como finalidad hacer mejores a los hombres y a las sociedades mediante la educación. Sólo que la educación de los medios no es la educación formal que se da en el sistema educativo oficial. Es la educación que dan el contacto con la realidad: noticias, recreaciones históricas, análisis noticioso, informes y contacto con personas y acontecimientos que influyen en la vida de la sociedad. El otro contacto es con el arte y las actividades humanas que procesan la realidad y ponen sus posibilidades al alcance de las audiencias.
Cuando el medio de comunicación está al servicio de las audiencias y comprende el papel que le corresponde en la vida de la sociedad, no tiene duda sobre su misión transformadora de la sociedad.
Cuando está al servicio de una persona o empresa que buscan el lucro por sobre todas las cosas, la naturaleza del medio se degrada y envilece y solo será un negocio más, para mal más que para bien de la sociedad. Y puesto que la información es un bien social, hay un abuso y usurpación de un bien que solo pertenece a la sociedad, cuando se lo pone al servicio de una persona o empresa. Es un abuso similar al que se cometería de poner el aire, la memoria colectiva o los ríos, o la luz del día al servicio de una empresa”.
Vigilancia ciudadana de los medios a favor de una programación de calidad:
“Cuando la población llega a conocer sus derechos en esta materia surgen iniciativas tales como las ligas de televidentes, los consejos de televidentes o las movilizaciones de televidentes para reclamar sus derechos y darle todo su peso a su calidad de usuarios.
Esto supone una tarea educativa desde los medios públicos (que no son lo mismo que los medios oficiales) y desde los medios periodísticos para mostrar cuáles son los derechos del televidente, como una primera etapa, en una segunda se proponen los medios, o sea las organizaciones de televidentes y se enseñan sus modos de actuar, en la tercera se potencia la voz de esas organizaciones.
No es un proceso fácil ni de resultados inmediatos; puesto que el proceso educativo es lento porque debe ser profundo el cambio de mente, pero es la revolución necesaria para ponerle fin a la dictadura de los negociantes de los medios de comunicación”.
Lee la entrevista completa aquí.