“Hombres y mujeres de paja”
Por Eduardo Zapata
Publicado en El Montonero
A propósito de los noticieros de nuestra televisión.
Me gustaría ver más noticieros de TV que, cuando tratan temas políticos, económicos o sociales, no se limiten al relato de los hechos. Me gustaría ver y escuchar comentarios claros e informados sobre dichos hechos. Porque parecería que algunos conductores creen que basta la sonrisa irónica o aun cínica y una gestualidad y un tono/timbre melódico impostado para expresar opinión de los conductores y hacerla voz de todos.
No hay, pues, contextualización culta de la noticia. No hay ciertamente análisis de la misma, no hay –finalmente- esclarecimiento profesional para la formación de una opinión pública informada y formada.
Apartándonos del juicio sobre la idoneidad de la formación universitaria de estos conductores, daría la impresión de que una sobrevaloración mediática los exime del análisis; o sus competencias y habilidades los inhibe de hacerlo. Cierto es que las caritas, la autosuficiencia manifiesta de algunos y los tonos dramáticos también generan rating. Pero ciertamente no es lo que la gente mayoritariamente espera.
No es lo suyo –me refiero a los noticieros- la tarea de convertirse en fiscales o jueces de los hechos. Menos lo es hacerlo con prejuicios discrecionales codificados desde lo ´políticamente correcto´.
Lo suyo es la elucidación –echar luces- sobre lo informado. Contextualizar los hechos. Lo que supone profesionalismo para –desde la cultura y el conocimiento- preguntar y repreguntar. Sin distinción de personajes caros a ellos. La ética no es una virtud in pectore del periodista. Se pone en evidencia en su quehacer.
Dicho esto, creo que el reality en el discurso televisivo está ganando la competencia discursiva. Nos quedamos en hechos, anécdotas y gestos de los conductores. Y eso –a juzgar por los ratings decrecientes de los programas de este tipo- dice algo (y bien) de los televidentes. Y algo mal de conductores y directores periodísticos de los programas en cuestión.
Párese –por el contrario- en un quiosco de periódicos. Los habituales compradores leen titulares, ojean noticias y artículos y argumentan. Bien o mal, no interesa, pero uno extrae de allí muchas veces lo que la televisión oficial eludió: el esclarecimiento, la elucidación.
Los invito, entonces, a los quioscos. Son no solo más plurales en opiniones y argumentaciones, sino verdaderos focus group y hasta entrevistas en profundidad.