Violenta e informada
(El Comercio).- Leo los resultados de la última encuesta de la Universidad de Lima, dedicada a la TV, y no sé si pelearme con ella o con el público. Aclaremos a los dos:
Los limeños encuestados que tienen aparato son 99,1% y el 48,9% tiene cable. El 62,2% prefiere este, y el 36,3% la TV abierta. Hasta ahí, cifras previsibles. Lo que empieza a sorprenderme es por qué ese tercio aficionado a la tele local dice estar pegado a ella: Un 45% dice que por la información.
No son los concursos, ni las novelas, ni los bailes de soñadores, son las noticias las que atraen más a la gente. Lo dice una encuesta de percepciones subjetiva, pero lo confirman los rátings objetivos. El televidente peruano, a diferencia de otros lares, está prendido de la información. Por eso, no se extrañen de que nuestros noticieros sean efectistas.
En las preferencias por géneros se confirma esta peruana adicción: 62,6% prefiere noticieros, seguida de un 41,5% que prefiere películas y 29,7% deportes. Para reconfirmar esta sed de noticia y desconfianza en el show, 51,8% dice que ve TV para informarse, 40,7% para entretenerse y solo 3,7% para educarse (con este último dato respondo a los que me dan la lata con la misión educativa de la tele. ¡La gente no zapea para educarse, para eso están la universidad y el colegio!).
Aunque ha habido cierta recuperación del prestigio de la tele tras la debacle de los 'vladivideos', todavía son más (31,2%) los que creen que esta ha empeorado frente a los que piensan que ha mejorado (29,6%).
El 70,8% cree que la pantalla incita bastante o mucho a la violencia y el 83,4% cree que ello altera el comportamiento infantil. El 31,9% piensa que los 'talk shows' y 'reality shows' son los géneros más violentos, seguidos de series y películas (24,2%) y noticieros (13,5%). Desfasada percepción que castiga un género en repliegue y que en realidad revela un trauma post-Bozzo. ATV es considerado el canal más violento, Canal 2 el más opositor y Canal 5 el más gobiernista. El 4 es percibido como el más visto.
Por supuesto, así como la gente piensa mal del medio, podemos pensar mal de la mayoría que dice que la tele no es racista ni machista. La pantalla refleja lo que creemos que no somos.