“Zona roja”, por Fernando Vivas
(El Comercio).- La Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA) ha puesto a “Magaly Teve” en luz roja. Mientras el semáforo y la noticia nos dejan parados con la boca abierta, una reflexión en neutro:
Me asustan estas luces rojas porque no funcionan como señales de peligro (para eso están las ámbar) sino como armas que pueden provocar, por inanición publicitaria, la muerte cívica y súbita de programas seguidos por cientos de miles de peruanos. Si, como se espera, los miembros de ANDA que hoy usan la chillona vitrina de Magaly la desertan a partir de mayo, la “Urraca” recibirá un golpe comercial equivalente al que le propinó la jueza María Teresa Cabrera cuando la mandó a prisión, en octubre del 2008, por difamar a Paolo Guerrero. Le quedarán algunos anunciantes no agremiados, pero su pedazo de torta se reducirá drásticamente y quizá ello la lleve a exacerbar esa horrible tendencia a salirse de la tanda para vocear remedios y emplastos dietéticos en medio de contenidos periodísticos. Por cierto, la transparencia publicitaria se va al traste en la TV, y eso sí debe preocuparnos a ANDA y a todos. Demasiado poder, pues, para un solo gremio, que es muy importante por cierto, pero no tanto como el público, que no encuentra las vías expresas para hacer sus demandas ante la pantalla. La vigente Ley 28278 de Radio y TV creó el Concortv, un ente con directiva plural que puede recibir quejas de televidentes y contrastarlas con los códigos de ética de los canales. Pero, a diferencia de organismos reguladores como el célebre FCC de Estados Unidos, el nuestro es una entelequia desarmada por reglamento, casi nunca vinculante y, por lo tanto, atada de manos.
Hasta hoy, ANDA ha llenado ese vacío y puede decirse que con prudencia. La luz roja que acabó con la última temporada de Laura Bozzo, por ejemplo, fue festejada por los más diversos actores sociales. En el presente caso, más polémico y más estelar, estoy de acuerdo con los anunciantes en la medida en que no sean censores ni prejuiciosos respecto a la libertad de expresión de Medina, sino que se atengan al Código de Ética Unificado de la Industria de la Comunicación que ha suscrito ATV, el canal que la alberga. Según este, ella contravino el principio de veracidad al trasmitir un falso ampay a Angie Jibaja.
Por supuesto no sería esa sola metida de pata la que ha causado la radical decisión del “anunciantado” nacional, sino que debe pesar en el gremio la perenne mala praxis de invasión y “maleteo” de la intimidad de tantos ciudadanos. Es una pena que sean sentencias judiciales y luces rojas, en lugar de la autorregulación, es decir, su propia capacidad de rectificación, lo que decida el futuro de Magaly.