“Pacto de Unasur”, por Fernando Vivas
En la cumbre de presidentes de Unasur, en Bariloche, hubo un acuerdo bajo la mesa: démosles duro a los malditos medios que nos joroban la gobernabilidad.
En ese “talk-show” presidencial Hugo Chávez estuvo extrañamente sereno, pero sucedió algo más grave que sus exabruptos tropicales: su prédica contra el poder de los medios oligárquicos y golpistas caló en algunos de sus colegas. Por ejemplo, Cristina Fernández, la anfitriona, busca legislar contra el grupo Clarín y ha metido empresarialmente a su gobierno en la mina de oro de la programación televisiva argentina: las transmisiones de fútbol. Y Rafael Correa, que ya tiene un historial de intromisiones mediáticas, desde la incautación de los canales del grupo Isaías hasta la arremetida contra Teleamazonas, amparada en faltas administrativas (la misma estrategia de Chávez cuando cerró RCTV y que aquí se da, focalizada, en el caso de la radio La Voz de Bagua), ha sacado a Laura Bozzo del Canal TC (antes de los Isaías). Ayer Alan García opinó a su favor.
Lo correcto de todo esto es que Correa y García subrayan que la intromisión se justifica solo porque TC es un canal del Estado y saben que Bozzo es más controvertida que las bases gringas que quiere instalar Uribe en Colombia; lo maquiavélico de todo esto es que han encontrado un caso para acumular simpatías y luego coordinar una arremetida contra los medios en el ámbito regional, desplazando la puntería desde los “talk-shows” hacia la prensa.
Si Correa y García dicen que la obra televisiva de Laura Bozzo es una porquería, no los voy a contradecir. Yo opino lo mismo, aunque me he dado el trabajo de sustentarlo en unas cuantas decenas de páginas.
Bienvenidos, presidentes, a la crítica de TV, pero su derecho a la opinión destemplada debe conciliarse con su respeto a las instancias del Estado que deciden el tema de la TV pública, y a la libertad de expresión y de programación de la TV abierta. Menos pantallazos y más gobierno.