En España varios operadores de TDT atraviesan una situación crítica un año después del apagón analógico
Sobran canales y caen la audiencia y la publicidad.
(El País).- La recesión publicitaria, unida a la crisis, acerca al abismo al modelo audiovisual un año después del apagón analógico, en abril de 2010. La televisión digital terrestre (TDT) generó una burbuja de canales que ya da síntomas de pinchazo. Operadores de cobertura nacional se encuentran en situación crítica, RTVE sigue sin resolver sus finanzas y los entes autonómicos se ven obligados a pedir más dinero a sus Parlamentos. Estas dificultades han llevado a más de una cadena privada a poner en venta sus frecuencias y a algunos Ayuntamientos a cerrar la televisión municipal para destinar los recursos a sanidad, educación o infraestructuras. En los últimos meses ha cesado la emisión de CNN+; Veo 7 se ha reconvertido en teletienda; La 10 busca socios, Intereconomía pide a sus espectadores que se rasquen el bolsillo y Libertad Digital se plantea alquilar parte de su emisión.
En el sector público el panorama es también preocupante. Madrid fue de los primeros grandes ayuntamientos en clausurar su televisión. Su alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón (PP), mandó a negro hace un año es.Madrid, enfocada a la promoción turística de la ciudad. "No es prioritaria", dijo entonces. Ahora, la televisión de Mallorca echa el cierre. El PP insular asegura que "no es asumible en tiempos de crisis".
El ejemplo se extiende a localidades de menor tamaño, como la valenciana Onteniente, donde su alcalde, el socialista Jorge Rodríguez, ha anunciado que la televisión municipal dejará de emitir el 1 de septiembre para destinar los 150.000 euros anuales que consume a otros servicios básicos. "Una televisión es un lujo innecesario", dice. "Tenemos 400.000 euros destinados a asuntos sociales bloqueados y la Generalitat nos debe 3,5 millones que no hemos cobrado. La gente demanda responsabilidad a los políticos. Si hay que elegir entre ayudar a colectivos sociales o mantener una televisión, no tengo ninguna duda", añade.
No es un caso aislado. Algunos partidos empiezan a plantearse si son necesarias las televisiones autonómicas y locales en el escenario de la televisión digital, con sobreabundancia de canales.
El PP tiene clara su estrategia: anuncia que cuando llegue al poder cambiará la Ley General Audiovisual para privatizar las emisoras autonómicas. Una medicina que tal vez llegue demasiado tarde. Algunos entes gestionados por el PP no son un ejemplo de eficiencia. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, ha convertido su televisión en un monstruo difícil de manejar. Canal 9 acumula una asfixiante deuda de 1.300 millones de euros (desde la llegada del PP, en 1995 el agujero se ha multiplicado por 40). Solo en 2009, perdió 278 millones. Su plantilla no ha dejado de aumentar (ronda los 2.000 empleados, más que Antena 3 y Telecinco juntas) y su audiencia no ha parado de caer (acabó julio con el 4,2%). Para evitar el completo naufragio, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, no descarta un expediente de regulación de empleo. Sanear para después vender.
Telemadrid, también en manos del PP, ha reducido plantilla durante el mandato de Isabel Linares (los últimos cuatro años). En 2007 el ente madrileño tenía 1.442 empleados y actualmente son 1.156, aunque la plantilla es nueve veces mayor que la de la televisión de Aragón (130 personas). La diferencia estriba en que esta última tiene externalizada buena parte de la producción y de los servicios. Telemadrid oscila entre el 5% y el 6% de la cuota de pantalla y Aragón TV, el 10%.
España es el segundo país del la UE (tras el Reino Unido) con mayor número de televisiones. Están operativas más de mil y la tarta publicitaria no da para todas. Sobre todo teniendo en cuenta que dos terceras partes de ese pastel (cada vez más menguante) lo engullen solo dos operadores: Telecinco y Antena 3.
La facturación publicitaria cayó en el primer semestre del año un 5,9%, según un informe de InfoAdex. Aunque para la televisión el resultado fue peor (descendió un 7,4%), y para las cadenas autonómicas (TVE dejó de emitir anuncios el año pasado) el balance ha sido especialmente nefasto.
De los 1.214 millones de euros de inversión publicitaria que absorbió el medio televisivo, el grupo Telecinco acaparó 525 (43,3%) y Antena 3 facturó 366 (30,1%). Junto a estos dos colosos conviven emisoras con problemas de continuidad. Intereconomía, con una facturación en el primer semestre de 6 millones de euros (el 33% menos que en el mismo periodo del año anterior) ha iniciado una cuestación entre sus espectadores para sobrevivir. Los ingresos no llegan casi ni para pagar a Abertis, la distribuidora de la señal. El principal competidor de Intereconomía (1,3% de audiencia), Veo 7, la televisión de Unidad Editorial (editora de El Mundo y Marca), ha despedido a la plantilla y ha llenado la parrilla de teletienda. Ahora espera llegar a un acuerdo con alguna multinacional (Fox y Discovery son las mejor situadas) para alquilar la frecuencia. Con el cambio, Veo 7 es prácticamente invisible. Casi tanto como 13 TV, una de las frecuencias que Unidad Editorial tiene arrendadas. Este canal ha sustituido a Popular TV, impulsado por la Conferencia Episcopal, con unu audiencia residual: 0,5% el pasado julio. En situación similar (0,6%) está La 10, la televisión de Vocento. Cuotas demasiado exiguas para mantenerse en el aire.
Asociarse para ser eficientes
Con las arcas de las Administraciones al límite, el debate es si son necesarias o no las televisiones públicas. "En Europa existen diversos modelos. El español se parece más al alemán, con fuertes servicios públicos regionales", explica Lluís Borrell, experto en medios audiovisuales.
En Reino Unido operan algunos servicios regionales, en particular en Gales, aunque están insertados en la televisión nacional. En Francia y en Italia la regionalización la desempeña especialmente el canal público estatal (RAI 3 o France 3).
Borrell sostiene que comparado con España, los modelos alemán y británico aportan la posibilidad de afrontar el debate aceptando y facilitando asimetrías en el mapa estatal. Es decir, que unas regiones tengan televisión propia, otras no y otras se asocien para adquirir tamaño y ser eficientes.